11.- LA MUJER


REFERENCIA BÍBLICA: Proverbios 4:21-27

VERSÍCULO CLAVE: "Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón" (Proverbios 4:23).

CONCEPTO CLAVE: Dios desea que me cuide en el área de la afectividad porque es la que más puede afectar mi vida.

OBJETIVOS EDUCATIVOS: Al final de la clase de hoy los jóvenes podrán:

1. Explicar la diferencia entre una "mujer mala" y una "mujer buena".
2. Expresar como la relación con una "mujer mala" puede afectar para mal la vida de un joven.
3. Hacer una lista de las cualidades que uno debe buscar en una "mujer buena" (siendo hombre en la búsqueda de una compañera; siendo mujer en su deseo de ser una mujer buena).

APLICACIÓN A LA VIDA DIARIA:

El área afectiva es más sensible en la vida de un joven. Salomón les dio consejos excelentes a sus hijos acerca de las relaciones entre un joven y una jovencita. Los jóvenes de su clase ahora deben tomar decisiones acerca del tipo de mujer que quiere ser (jovencitas) o el tipo de mujer que quiere escoger como su compañera. La Palabra de Dios es SABIA y en ella encontrarán la guía que Dios les da para protegerles de vivir experiencias que pueden dañar sus vidas. Pero hay que ser cuidadoso en no enseñar estas cosas desde un punto de vista negativo. La Palabra de Dios es buena y agradable y la manera de enseñarla debe ser confiable, invitando a los jóvenes a tener una vida recta.

POSIBLES ACTIVIDADES Y ORDEN DE LA CLASE

ACTIVIDADES MATERIALES TIEMPO

Introducción (vea las instrucciones)    - láminas, hojas, lápices, tijeras, pegamento, Biblias - 20 minutos
Diálogo (vea las instrucciones)  -   cuento, ilustración, Biblia   -   20 minutos
Conclusión (vea las instrucciones)   -   hojas, Biblias, lápices    -   20 minutos



HOJA DE INSTRUCCIONES

PALABRA SECRETA: "Corazón"

INTRODUCCIÓN: Empiece haciendo un repaso de todos los versículos que han memorizado hasta hoy. Encuentre una manera creativa de hacerlo. Cuando haya llegado la mayoría, inicie un juego "Busquen Las Pistas". Las instrucciones para el juego se encuentran adjuntas. La idea es que la vida de un joven siempre está en búsqueda de su compañero o compañera de vida. Es una de las cosas que más afecta la vida de los jóvenes, influye en sus actitudes acerca de todo su deseo de tener una novia o un novio. Aunque los jóvenes de su clase son muy tiernos todavía, ellos deben estar haciendo decisiones en cuanto a qué tipo de persona están buscando. El juego es una demostración del proceso de observar, escoger, decidir, rechazar, etcétera. Tienen que hacer todas estas cosas en el proceso del juego. Luego, debe ayudarles a ver lo que hicieron para llegar a la conclusión correcta.

DIÁLOGO: Una vez que hayan terminado de jugar y hayan hablado de lo que hicieron, es el momento de leerles el cuento adjunto. El cuento es de una niña que encontra de las leyes del rey de su país retiene el huevo de un dragón. Piensa que es capaz de tener el huevo sin enfrentar ningún peligro. El cuento es muy interesante porque les mostrará cómo de un huevo sale un dragoncito y de un dragoncito sale un dragón grande y de un dragón grande sale un monstruo. Así sucede en la vida.

Muchos jóvenes piensen que pueden "manejar" una relación que no es aprobada por Dios (el Rey). La relación empieza como un huevo que no hace nada de daño a nadie (sino que tenerlo está en contra la "ley" del rey). Pero los jóvenes forman una relación estrecha con el "huevo" y luego no son capaces de "matar" al "dragoncito". De pronto el dragoncito llega a ser un dragón grande y los jóvenes en este entonces no pueden acabar con él. Un dragón crecido llega a ser un monstruo en la vida de un joven.
Quizás es el monstruo del sexo fuera del matrimonio (que puede resultar en un bebé pero si no resulta en un bebé, siempre resultará en un daño en la vida de los dos... es la ley). El cuento será una manera excelente de proyectar a los jóvenes el tema de hoy.

CONCLUSIÓN: Después de leer el cuento y dialogar de lo que significa (déjeles encontrar el significado por medio de sus preguntas), divídales en grupos que puedan leer los versículos: 2:16-19; 5:3-14; 5:20 y 23; 6:24-35; 7:5-27; 9:13-18; 5:18-19; 31:10-31. Adjunto se encuentran unas hojas de trabajo que puedan utilizar. Debe terminar con un buen tiempo de oración. Estos proverbios son tan importantes parala vida de cada uno de los jóvenes, que hay que tomar el tiempo necesario para que expresen lo que ellos quieren hacer con la información que han recibido hoy.


JUEGO 
Divida el grupo en dos, tres o cuatro equipos. A cada equipo hay que darle una hoja de trabajo, un lápiz y su primera "pista"

Materiales: "pistas" para cada equipo palabras montaje (de láminas de mujeres en familias, en pareja, con amigas, trabajando, etcétera) rompecabezas, crucigrama y versículo en clave (para cada equipo)

Elaboración:
1. Haga un montaje grande con láminas de mujeres en diferentes situaciones (en familias, en pareja, con amigas, trabajando,estudiando, jugando, mujeres jóvenes, mujeres viejas, etcétera).
Hágalo en una cartulina grande, pegando las láminas no en filas sino en forma "desordenada" (vea la ilustración). Cuelgue el montaje en una pared.
2. Haga una copia del rompecabezas, el crucigrama y el versículo en clave para cada equipo.
3. Explíqueles que ellos tienen que llegar a la conclusión correcta antes de los otros equipos para ganar la competencia.
Para poder llegar a la conclusión tienen que buscar información por medio de varias actividades. Recibirán "pistas" y tendrán que ir a diferentes partes del aula (o inclusive afuera) para encontrar todas las pistas.
4. Haga las "pistas" para indicar a los diferentes equipos donde tienen que ir para recibir otra hoja de trabajo o información.
(Usted tiene que hacer las "pistas" porque serán diferentes en cada iglesia. Cada equipo tendría que tener un "camino" diferente.
Quizás el equipo #1 empiece con el rompecabezas mientras que el equipo #2 empezará con el crucigrama, etcétera. Todos los equipos tienen que hacer todas las actividades para recibir toda la información que tienen que utilizar para llegar a la conclusión).

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HISTORIA 
LA PRINCESA Y EL DRAGÓN
Escrita por David y Karen Mains

En un país lejos de aquí,... un país donde todos vivían en paz, donde había comida abundante, un país donde todos tenían trabajo, un país hermoso... vivía una princesa. Su padre era el rey del país, un rey justo, amigable, bueno, misericordioso... ¡un rey perfecto!
La vida en aquel país era llena de alegría... todos eran amigos... todos trabajaban juntos... todos celebraban juntos la bondad del rey... Allí nadie tenía hambre, ni temor, ni celos... Allí tenían las cosas en común. Allí todos vivían en casas iguales, desde el rey hasta el ciego y el anciano del país. Realmente era el país más bendecido del mundo entero.
En un país tan perfecto sólo había unas pocas leyes. Las leyes de aquel país eran leyes justas para proteger el bienestar de todos. Y lo interesante de las leyes de aquel país era que cuando alguien no las cumplía, su castigo era, las propias consecuencias de sus hechos. Generalmente todo el mundo cumplía con las leyes de su país porque sabían que eran leyes justas.
Una ley de aquel país tenía que ver con un fenómeno que nunca hemos visto aquí. En aquel tiempo existían dragones. Claro que los dragones no vivían allí, pero cada año en el mes de noviembre llegaban dragones hembras para depositar sus huevos en la costa del país. Luego se iban sin saber a dónde. Entonces, en noviembre todos los ciudadanos del país tenían que viajar a la costa (no era lejos de donde vivían) para buscar y destruir los huevos de los dragones.

El Rey sabía que si dejaban salir de los huevos a los dragoncitos, iban a hacer mucho daño al país. Por eso creó una ley diciendo que ningún huevo de dragón podía quedar a salvo en el país.
Cada año en noviembre, después de la llegada de los dragones, hacían una gran celebración, una fiesta con comidas ricas, con música y con juegos para todos los niños. Allí levantaban carpas y se quedaban tres días para trabajar, buscando y destruyendo los huevos y además para celebrar el estar juntos. Allí siempre estaba el Rey trabajando con todos. Y la última noche siempre había una cena especial en la que el Rey les hablaba de sus sueños para el país. Allí todo el mundo podía apreciar más que nunca el privilegio que era ser ciudadano de aquel país. El Rey siempre les regalaba cosas especiales (herramientas útiles, vestidos lindos a las damas del país, semillas de frutas y verduras ricas para los agricultores, etcétera). Los regalos del Rey ¡siempre eran regalos magníficos!
La princesa, hija del Rey, se llamaba Ana Lucía, pero todo el mundo la llamaba "Lucita". Ella era una jovencita preciosa, amada por todos porque era como su papá: amigable, justa, misericordiosa, bondadosa, servicial. Era hermosa física y espiritualmente.

Un día, cuando estaban todos allí en la costa buscando los huevos de los dragones, Lucita se apartó de los demás. Sin darse cuenta ella se separó de sus amigas y familiares. De pronto se encontró en un lugar aislado y allí vio un huevo.
Generalmente cuando uno veía un huevo de dragón tenía que llevarlo donde el capitán de los guardianes (los que cuidaban el país de un ataque de afuera o desde adentro). Ellos mismos destruían los huevos. Pero a veces si uno se encontraba un huevo lejos de donde estaban trabajando los guardianes, la persona misma tenía que destruir el huevo porque no era ser capaz de llevarlo ya que era pesado. Entonces, Lucita miró por todas partes para ver si alguien estaba cerca para ayudarle a cargar el huevo. Cuando se dio cuenta que estaba tan retirada de los demás, se acercó al huevo para destruirlo. Pero en vez de coger una piedra y pegarle al huevo, Lucita hizo algo peligroso. Ella empezó a mirar al huevo... lo observó un buen rato. Luego empezó a imaginarse cómo sería el dragoncito por dentro... luego empezó a imaginarse cosas y estuvo pensando tanto rato que sintió pesar por la criatura adentro. ¡Sin darse cuenta empezó a sentir afecto por el dragoncito!

De nuevo miró a ver si alguien se había acercado a ella. Cuando se dio cuenta que nadie estaba cerca pensó, "Voy a guardar el huevo en mi lugar secreto (un lugar donde ella iba casi todos los días para leer, pensar y estar sola) y ver si soy capaz de hacer salir al dragoncito del huevo. Claro que una vez salido tendría que matarlo, ¡pero quiero ver cómo es! No haría ningún daño a nadie, sólo sería para observar todo lo que pasa. Al contrario, aprendería cosas científicas. Mi papá estará muy orgulloso de mí".
Entonces, como se había convencido a si misma, llevó el huevo a su lugar secreto y luego volvió al lugar de la celebración. No hubo chance de decirle nada a su padre aquella noche porque cuando llegó ya había empezado la Gran Cena. Al día siguiente tampoco hubo chance porque estaban regresando a casa y su padre estaba conversando con muchos amigos sobre asuntos del país. Aquella noche sí hubo chance porque toda la familia se sentó a conversar y a recordar las cosas que habían hecho en el paseo, pero Lucita quiso conversar a solas con su padre, no quería hablar cuando los demás de la familia estaban presentes. Y al día siguiente..., bueno pues al día siguiente ya no le parecía tan importante contarle todo a su padre.

Después de estudiar por la mañana, Lucita fue a su lugar secreto para observar lo que estaba pasando con el huevo. Cada tarde iba allí y en vez de leer, hacer sus tareas o simplemente pensar, ella pasaba el tiempo observando el huevo.
Por varios días no hubo nada de cambio en el huevo, pero Lucita estaba fascinada pensando en lo que estaría pasando dentro del huevo. Pero una semana después de guardar el huevo allí, Lucita fue a hacer la visita, vio que había una fractura pequeñita en el huevo, casi imposible de ver. Se puso muy contenta al ver la fractura porque sabía que pronto vería la salida del dragoncito. "Claro que tendría que matarlo una vez que saliera" pensó la niña. "¡Pero qué interesante poder ver el proceso!"
Lucita se quedó en su lugar secreto mucho tiempo aquel día y miraba como la hendidura se hacía más grande. Su corazón empezó a saltar... era increíble la emoción que sentía. Llegó la hora de la cena pero no fue capaz de ir a la casa a comer.
Y cada vez la ruptura se hacía más grande.
De repente Lucita vio que algo salía de la hendidura. Se estaba moviendo, picoteando... era la nariz del dragoncito. Por primera vez Lucita vio parte del dragoncito y se dio cuenta que ya amaba a la criatura. "Bueno, pero sé que tengo que matarle una vez que ha salido del huevo. No me puedo dejar dominar por mis emociones!"

Esa noche Lucita se quedó en su lugar secreto. Sus padres estaban muy preocupados... a la medianoche empezaron a buscarla. Pero Lucita no podía pensar en nada sino en el dragoncito que cada vez estaba más fuera del huevo.
A las 6 de la mañana se partió el huevo y Lucita pudo ver todo el cuerpo del dragoncito. ¡Y qué precioso era! Parecía un muñequito... parecía tener frío, entonces Lucita le envolvió en su abrigo. Una vez que lo vio, ¡se le olvidó que tenía que matarlo!
A ella le parecía tan tierno y tan hermoso a pesar de que en realidad ¡era muy feo! Y el amor que Lucita sintió por el dragoncito ¡creció mucho! No quería dejarlo cuando tenía que ir a sus clases, pero al mismo tiempo sabía que todo el mundo iba a cuestionarla si no iba al colegio. Además no podía contarle a nadie nada del dragoncito. Tenía que ponerle un nombre y cuidarlo de los demás. "Le amo. ¡No hay nada malo en amar a esta criatura! Mi padre no sabe nada. ¡La ley es mala! Nadie va a quitarme mi dragoncito" decía.
Entonces así empezó. Día tras día Lucita iba a sus clases, luego a su lugar secreto para estar con el dragoncito. Le puso por nombre "Chino" e hizo todo por la criatura. Le dio de comer, le dio abrigo, jugaba y le cantaba. Le hablaba de la vida del país. Todos los días se quedaba allí hasta tarde, llegaba a su casa solo para comer y luego acostarse. Nunca buscó momentos para hablar con sus padres ni estar con sus amigas. No iba a las fiestas importantes de la comunidad y no hizo muchas de sus tareas.
Sus padres estaban muy preocupados pero no sabían cómo hablarle, pues no entendían lo que le sucedía a Lucita. Empezaron a orar mucho por ella.
Y el dragoncito empezó a crecer y el amor que Lucita sentía por "Chino" ¡crecía a la misma velocidad! Cada día Lucita observaba algo gracioso de "Chino". Y no se daba cuenta que el dragoncito estaba creciendo. Claro que cada día veía que "Chino" no cabía muy bien en el lugar secreto. Entonces un día lo hizo salir del lugar secreto a un lugar más amplio. Allí empezaron a correr y jugar. Derepente Lucita se dio cuenta que podía montar en los hombros del dragoncito. Ellos jugaban y jugaban por horas y horas. Aquel día Lucita no llegó a la cena familiar. Sus padres se pusieron aún más preocupados.
Todos los días, Lucita salía a jugar y a correr con "Chino". ¡Se divertían muchísimo! Y Lucita amaba más y más a su "Chinito". De vez en cuando "Chino" le pegaba a Lucita con sus patas y una vez la raspó con sus garras (uñas), pero Lucita sabía que "Chino" no quería hacerle ningún daño.

Un día Lucita se enfermo y tuvo que quedarse en su cama. Estaba muy preocupada por Chino pero tenía que estar quieta en su cama. Sin embargo al día siguiente volvió a su lugar secreto para ver a "Chino". Por primera vez se dio cuenta que la grama frente a su lugar secreto estaba chamuscada. "¿Qué habrá pasado?" pensó la jovencita. Y cuando vio a "Chino" se sorprendió de su altura. Estaba
inmenso! "¿Cómo puede haber crecido tanto en la noche?"
Cuando Lucita y "Chino" salieron ese día para jugar, Lucita sintió que "Chino" estaba enojado por algo. Jugaba muy brusco con ella y le lastimó varias veces. Lucita se preocupó y empezó a pensar, "¿Por qué no destruí el huevo? Es la ley. Pero yo amaba a mi dragoncito. Nunca pensé que llegaría a ser tan grande y brusco".

A la hora de la cena cuando Lucita dejó a "Chino" se fue preocupada. No durmió bien esa noche. Y al día siguiente cuando terminaron las clases Lucita se fue rápido a verlo.
"Chino" estaba afuera pero no estaba bien. Estaba botando fuego de su nariz.
Lucita trató de hablarle para calmarlo. Pero obviamente el dragoncito que ella amaba ya no existía y "Chino" este dragón grande, ya no era el mismo de antes.
Cuando Lucita se acercó, el dragón empezó a botar más fuego por su nariz hacia Lucita. Ella tenía mucho miedo... trató de hablarle pero el dragón siguió botando fuego. Quemó unos árboles cerca del lugar secreto. Lucita no sabía que hacer. Empezó a gritar al dragón. Pero "Chino" no le hizo caso. Siguió quemando todo lo que veía.
Lucita empezó a gritar "¡¡¡Socorro!!!" Pero su lugar secreto estaba lejos de la ciudad y nadie pudo oírla. Trató de acercarse al dragón desde atrás pero el dragón la vio y le pegó con sus patas delanteras. Lucita no sabía ni entendía lo que estaba ocurriendo. Se quedó allí en el suelo sin moverse. Pero derepente se dio cuenta que todo el bosque estaba en peligro ya que el dragón seguía botando fuego por su nariz.
"¡Tengo que hacer algo!, pero ¿qué?" pensó la niña. "Creo que la única cosa que puedo hacer es ¡tratar de matarlo! ¿por qué no lo hice antes? Puede destruir todo el bosque y matar a la gente que vive cerca".
La niña no pudo matar al dragón. Solamente tenía una espada pequeña y su arco y unas flechas. Pero el dragón tenía la piel fuerte como una armadura. El único lugar "débil" del dragón era abajo de su boca en el cuello. Allí tendría que herirlo, pensó la niña.
Pero cuando sacó sus flechas y arco, el dragón le botó más fuego y los quemó.
Derepente llegó el Rey buscando a su hija. Se dio cuenta de todo y empezó a pelear contra el dragón, pero después de unos momentos el dragón le botó fuego en  su dirección y le quemó.
Así que Lucita estaba sola. Sintió miedo. Pero tenía que hacer algo. Tenía que acercarse y herir al dragón en el cuello.
"¡Dios mío, ayúdame!" fue la única cosa que Lucita pudo decir.
Y con la ayuda de Dios, la que Él siempre nos da si lo pedimos, Lucita se acercó al dragón, temblando de miedo pero convencida de que tenía que hacerlo. El fuego le quemaba... el miedo le comía... pero la tristeza que sentía era peor que todas las llamas del mundo...
Poco a poco se le acercó. Pudo ver a su padre... no se movía. Pudo pensar en la gente del bosque que estaba en peligro mortal. Pudo ver al dragón y reconocer que ¡era su enemigo! Pudo pensar en todos esos meses que amó a esa criatura que no debía amar. Pudo pensar y ver todo eso porque dejó pasar el tiempo. Pudo apreciar la belleza destruida de aquel lugar... arruinada por el fuego del dragón.
Y así seguía acercándose al dragón. Y sin darse cuenta llegó a él y se lanzó sobre sus hombros. Lo había hecho tantas veces, se sintió "en casa" pero por primera vez se dio cuenta que el animal no era su "bebé", ¡sino una cosa prohibida! De nuevo Lucita oró diciendo, "Ayúdame, oh Dios!" Y cogiendo su espada con las dos manos, y gritando de dolor, hirió al dragón en el cuello.
El tiempo se detuvo para la niña mientras estaba allí con el dragón herido. Sus propias heridas le empezaron a molestar. Sabía que ella estaba mal herida. Pero mientras estaba parada sobre el dragón no podía dejar de pegarle con su espada. Y poco a poco el dragón se murió, cayendo al suelo, casi encima de la niña. Y Lucita empezó a llorar, de tristeza por su amigo "Chino", por la vergüenza que sentía y por temor por la vida de su padre.
Cuando "Chino" ya estaba muerto la niña se acercó al cuerpo de su padre.
Nunca le había amado más que en ese momento. Se inclinó sobre su cuerpo para ver si todavía estaba vivo. Pudo sentir algo de respiración saliendo de su boca. "Gracias Dios mío" fueron sus únicas palabras antes de correr hacia la casa más cercana en el bosque.
Después de contar a sus amigos lo que había pasado allí, Lucita se desmayó y no supo nada más hasta que despertó dos días más tarde.
Allí, cuidándole estaban sus padres y hermanos, unos médicos y amigos.
Cuando abrió los ojos pudo ver la preocupación en los ojos de sus padres. Qué alivio cuando vieron que ella abrió los ojos. Todos daban gracias a Dios por su vida.
Unos días después cuando Lucita había recuperado sus fuerzas, su padre se le acercó y ella sabía que había llegado la hora del "juicio". Todavía sus heridas le dolían muchísimo.
"Preciosa, tenemos que hablar," dijo su padre, con mucho amor. "Sí, papá. Sé que tengo que contarte todo. No sé cómo empezar." "Hija, no tienes que decirme nada, pero si tienes que confesar a Tu Padre Eterno. Yo puedo adivinar lo que ha pasado. Solo tengo una pregunta: ¿Qué has aprendido?" "Bueno, he aprendido que no puedo desobedecer las leyes ¡sin pagar las terribles consecuencias! Y he aprendido que tus leyes son para cuidarme." "Así es, mi amor. La ley es para cuidarte de consecuencias malas. Amar algo prohibido es peligrosísimo, no solamente para ti, sino para muchas personas. Sé que has pensado en nuestros amigos que viven en el bosque. Ellos pudieron perder sus casas, sus huertas y hasta sus vidas, por haber amado algo que era prohibido". "Sí papa lo sé". "Bueno, nunca vas a olvidar lo que has vivido ahora. Los médicos nos dicen que quizás no vas a poder caminar bien por mucho tiempo. Las heridas que has recibido no se van a curar tan rápido. Y las heridas en tu corazón quizás nunca se van a sanar. Tú sabes que estás perdonada, pero como te he dicho muchas veces, las cicatrices nunca las vas a perder".
Y Lucita aprendió que uno no puede amar algo prohibido sin ser lastimado y herido. ¡Al corazón hay que cuidarle de los amores prohibidos!

1 comentario:

  1. Excelente blog, reciban muchas bendiciones.
    Mi blog www.creeenjesusyserassalvo.blogspot.com

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